Familia de Céspedes
El primogénito Rodrigo, sucedió a su padre en la encomienda de Horcajo, sin poder expresar con exactitud cuándo se realizó este relevo, Lo cierto es que en la visita de 1495 se encontraba en Horcajo para recibir a los visitadores. Fundó un mayorazgo en Ciudad Real con facultad real en el año 1533, título que heredaría su hijo Rodrigo. Fueron sus hijos: Gabriel, Alonso y Catalina.
Gabriel de Céspedes, sucedió en el mayorazgo a su padre y estuvo casado con María Flores de Quirós. Encontrándose el matrimonio en Horcajo para recoger los frutos de la encomienda en el año 1518, doña María se puso de parto y alumbró a un varón: Alonso de Céspedes, “el bravo capitán”.
La familia vivió en Horcajo de Santiago como así lo atestigua el libro del archivo Parroquial que comenzó a escribirse en 1556. Al comienzo del libro se puede leer que fueron padrinos el capitán Alonso de Céspedes y la señora Dña. Catalina de Céspedes y Flores de Molina.
Su abuelo fue comendador de Horcajo de Santiago y fundó mayorazgo en Ciudad Real en 1533 por facultad de Carlos I, con la cláusula: “que los sucesores conservasen el apellido y armas de los Céspedes, que son: seis Céspedes o terrones verdes en campo de oro, Orlando el escudo con ocho aspas de oro sobre rojo”.
Según las Relaciones topográficas de Felipe II Alonso de Céspedes sobresalió en letra y armas: “En la Villa del Orcajo nasció e salió de ella un hombre que se dixo por nombre Alonso de Céspedes, el cual fue de muy grandes fuerzas, casi sobrenatural. E fue muy señalado en cosas de fuerzas, e el más valiente en armas e otras cosas que se hallaba en toda esta tierra; y después murió en la guerra del reino de Granada, estando sirviendo por Capitán”.
Llegada la edad de participar en las distintas batallas, marchó a Italia acompañando a D. Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba. Fue muy valorado por sus superiores de tal manera que pronto partió hacia Alemania con el Emperador Carlos V, en la guerra contra los protestantes 1545. En el año 1547 participó en la famosa batalla Müllberg sobre río Elba, en la que los luteranos fueron vencidos por la heroicidad del Capitán Alonso de Céspedes junto a otros 9 soldados. En la toma de Manfeld, participó, protagonista por colocar en sus almenas los victoriosos estandartes.
A su vuelta a casa viajó por Ocaña a Horcajo.
En 1568 tuvo noticias de la rebelión de los moriscos de Granada y se puso a las órdenes del Rey, partiendo con 220 hombres, muchos de ellos reclutados en la visita a Horcajo y Ocaña, así como el dinero suficiente para iniciar su partida hacia las alpujarras, donde, D. Juan de Austria premio su esfuerzo y bravura. Siguió batallando hasta que en una emboscada de los enemigos recibió un balazo en el pecho causándole la muerte a nuestro valeroso horcajeño, el día 25 de julio de 1569. Su cadáver lo encontraron cubierto de piedras con señales de haber sido injuriado. D. Juan de Austria ordenó se enterrase en la iglesia de Restabal, Granada.
Sobre sus valores morales, se decía de él, que odiaba el vicio y nunca cayó en ninguno. Generoso, buen pagador y atento con las mujeres y niños. Son muchos los comentarios que se relatan de nuestro valeroso capitán sobre su belleza, honestidad y fuerza, que fueron alabadas por Don Lope de Vega en su tragicomedia El Valiente Céspedes, en la que nos cuenta las historias de él y las de su hermana Catalina.
Es protagonista de diferentes leyendas a cerca de sus fuerzas en las diferentes ciudades en las que este ilustre horcajeño vivió.
Pedro Cruz de Tribaldos
Nació en Horcajo el 31 de diciembre del año 1566, siendo bautizado ese mismo día por el cura párroco Lázaro Redondo.
Para ingresar como religioso en la Orden de Santiago, tuvo que acreditar su limpieza de sangre. Esta prueba era exigible a todos los que querían seguir la carrera eclesiástica, tratando de evitar de este modo que solamente tuviesen acceso las descendientes de cristianos viejos. Se trataba de una medida discriminatoria contra los conversos procedentes de familias judías o moriscas y que a pesar del rechazo del propio Papa, se implantó en todos los Reinos de los Reyes Católicos.
El trato discriminatorio se hizo extensivo a bastantes estamentos sociales.
Pedro ingresó en el convento de Uclés en 1591, consiguiendo el hábito un año después.
Hacia 1617 fue nombrado por el Prior de Uclés, Antonio Mexia, vicario en Yeste (Orden de Santiago). Con motivo de este nombramiento el 13 de diciembre escribe y firma un “Inventario de bienes que yo el licenciado Pedro de Cruz Tribaldos, religioso de la Orden de Santiago del Convento de Uclés y Vicario de Yeste tengo con licencia de Sr. Prior de Uclés mi prelado”. En este documento se detalla la situación patrimonial y las rentas de las que era poseedor:
- – Rentas de la Vicaria de Yeste
- – 2 capellanías patrimoniales en Horcajo
- – 1 manada de carneros
- – 1 terreno en Horcajo con una renta de hasta 400 ducados
- – Colección de libros valorada junto a sus cajones de pino en 200 ducados
- – Mobiliario: 10 sillas de nogal, bufete y escritorio, dos cofres, ocho arcas, tres mesas de pino, armarios, 2 camas, vajilla de plata, menaje y ropa de hogar, etc. Todo ello valorado en 300 ducados
- – 8.000 reales en dinero
- – Utensilios de bodega y cocina
Menciona, sin valoración, la cosecha de ese año y seiscientas arrobas de vino.
El conjunto de bienes descritos denota una situación económica confortable para un clérigo, y mucho más si se tiene en cuenta que dentro de la Orden de Santiago uno de los votos era “no tener propio”, es decir carecer de patrimonio. Si bien es cierto, y así lo aclara el inventario manuscrito, que esta posesión era con licencia del Prior y conforme a las bulas apostólicas. La licencia prioral iba más allá de la simple administración o posesión de los bienes puesto que se podía testar y pasar a los herederos.
El día 26 de abril de 1621 fue designado Prior de Uclés, tomando posesión el 14 de julio del mismo año. Al acabar su mandato trienal quedó como capellán de S.M. Falleció el 26 de octubre de 1625.
Siendo Prior de Uclés y dada su admiración por los jesuitas puso a San Francisco de Borja en el altar. También es reconocido como bienhechor del colegio de Villarejo de Fuentes.
Martín Cruz de Tribaldos
Era el menor de los hermanos Cruz Tribaldos, nacido en Horcajo el día 25 de junio de 1569. Siguió estudios eclesiásticos en la Universidad de Alcalá Según Julián Martínez, el día 28 de junio de 1597 bautizó en Horcajo siendo ya “licenciado”. También hay una cita relativa a 1607 por la que se conoce que ya disfrutaba de una capellanía. En 1622 aparece como presbítero en la parroquia, pasando a ser párroco desde 1623 a 1633. Hay documentación que acredita la coincidencia de los hermanos Cruz Tribaldos, uno como Prior de Uclés y el otro como párroco de Horcajo. Braulio Marcos Huerta relata que en la visita del Prior el día 11 de junio de 1623 coincidieron. Según datos del archivo parroquial (versión Julián Martínez), se ratifica que Martín Cruz Tribaldos no tomó posesión hasta la víspera de reyes de 1623.
Durante el mandato parroquial de Martín Cruz Tribaldos ocurrieron dos acontecimientos destacables en la iglesia horcajeña:
- Se inician las obras de la capilla del lado de la epístola (puerta del Sol), durante mucho tiempo conocida como capilla de “los Cruz”, y se cambia la advocación que pasa de Nuestra Señora de Gracia a Concepción.
- En el ámbito administrativo cabe destacar que con este párroco se empezaron a anotar en los archivos las defunciones.
Martín falleció el día 31 de mayo de 1633 en Villamayor después de haber testado. En este documento de últimas voluntades expresa su deseo de ser enterrado junto a la puerta de la capilla que tengo comenzada en la iglesia de Horcajo. En otro párrafo del documento dice: “Nuestro Señor me ha dado muchos bienes temporales”. Realmente la expresión se queda corta al enumerar y detallar el inmenso caudal hereditario que lo divide en cuatro capellanías a favor de los deudos de su padre (2) y los deudos de su madre (2).
Como el inventario de bienes del legado es muy extenso, solamente decir que sobrepasaban ampliamente las 1.000 fanegas (aproximadamente 500 has.). En este conjunto fundamentalmente se sembraba trigo y cebada con una amplia concentración de tierras alrededor de Belmontejo: Los Puentes, Miralobueno, El Palancar, Cañada del Pardo, etc.
Había hazas muy extensas como las 100 fanegas del Palancar del Hidalgo, junto al cruce del camino de Santa Cruz y el camino de la Fuente a la Cabeza. Esta finca contaba con 5 corrales para el ganado próximos al chozo del Marqués. También había una cueva para las mulas (Cueva del Cura).
Otra haza de buenas dimensiones, 26 fanegas, estaba en la Matamedia, también con dos corrales.
Además de las tierras de secano contaba con más de 8.000 cepas de viñedo, y 1.000 olivas.
Tenía una casa, donde vivía, con huerto, pegado al cementerio de la puerta del Sol y el Hospital de Pobres, así como varios alcaceres en la vega de Cañada Honda.
Junto a las rentas de los bienes raíces enumerados, el cura Martín Tribaldos recibía rendimientos en dinero de varios censos que también integraban su patrimonio. Entre otros cabe destacar los siguientes: 3.000 ducados entregados a Catalina de la Plaza contra la Villa de Villamayor. Otro de 2.000 ducados, en oro y plata; igualmente contra la Villa de Villamayor. Un nuevo préstamo de 1.000 ducados a la Villa de Villamayor. Otro préstamo conocido de 1.800 ducados contra el Consejo de Villamayor que fue comprado a Juan de Salinas que debió ser el prestamista inicial.
El total de estos censos era de 7.800 ducados, equivalentes a 85.800 reales que a un interés medio del 5% suponían un rendimiento líquido de 4.290 reales, cifra esta última equivalente a 145.860 maravedíes (1 real = 34 mrs).
El conjunto patrimonial de Martín Cruz Tribaldos supondría actualmente un capital superior a los 17 millones de euros.
Juan de Orea Noguerol de Tineo y Briceño
Hijo de Diego de Orea y Catalina Noguerol. Nació en Horcajo en el año 1557. Existe un apunte de cursos en Cánones probados ante la Universidad de Alcalá por Juan de Orea, natural de Horcajo de Santiago. En el año 1578 se tramitó el expediente de pruebas para su ingreso como religioso de la Orden de Santiago.
A principios del año 1592 estando libre la abadía de Tuñón (Asturias), y después del preceptivo dictamen del Consejo de la Cámara, el rey Felipe II nombra abad al miembro del Tribunal de la Santa Inquisición, Vigil de Quiñones. La real cedula de nombramiento se envía al obispo de Oviedo que procede a dar el título y posesión de acuerdo con la voluntad real, pero simultáneamente el papa Clemente VIII, entendiendo que la abadía no pertenece al patronato real, se la otorga al clérigo santiaguista, Juan de Orea, que se había desplazado a Roma para solicitar esta prebenda.
La duplicidad de los nombramientos dio lugar a una tensa polémica y a un enfrentamiento diplomático entre Madrid y Roma que duró cinco años. En este tiempo, tanto el embajador real como el nuncio apostólico, tuvieron que desplegar sus mejores dotes para intentar solucionar el desencuentro entre el pontífice y el rey, que más allá de la invasión de competencias que ambos esgrimían, lo que subyacía eran sus acusadas personalidades.
Felipe II se sintió dolido y desairado por el comportamiento de Juan Orea, máxime cuando se trataba de un clérigo santiaguista, que por sus propios votos debía contar con la autorización del rey a través del Consejo de Ordenes, y especialmente, como en este caso, para obtener un beneficio secular. El rey denuncia al clérigo ante el citado Consejo que en una reunión de urgencia decide llamarle, conminándole para que inmediatamente venga a residir a su convento.
Orea, bien por iniciativa propia o bien aconsejado por los asesores del Vaticano, ignoró los acuerdos del Consejo de Ordenes y, consecuentemente, los apremios del rey, continuando en Roma a la espera de una coyuntura más favorable.
Entretanto el poseedor de la Abadía nombrado por el rey, Vigil de Quiñones, muestra algún temor por la actitud del papa lo que le lleva a renunciar al cargo. Este gesto sirve de bien poco porque el rey, en marzo de 1593, nombra sustituto al licenciado Lorenzana que procede a tomar posesión en un acto público y solemne. Cambió uno de los protagonistas, pero el conflicto continuó vivo.
A la vista de que la vía diplomática no avanza, Felipe II en una de sus estancias en el Pardo emite orden, el día 27 de noviembre de 1594, para que, a través de su embajador en Roma, el duque de Sessa, le hagan llegar a Juan de Orea la siguiente propuesta: una pensión vitalicia entre 400 a 500 ducados cuando acepte la renuncia a la abadía de Tuñón, pensión que sería compatible con cualquier otro cargo o prebenda que pudiese ostentar. Realmente la oferta es sencillamente la compra de la voluntad de Juan de Orea por plegarse a los dictados reales, incluso desairando al pontífice. A cambio el rey espera alcanzar la confirmación papal a favor de su patronato.
La respuesta de Roma es clara “Su Santidad concederá el patronato en cuanto Orea haya tomado posesión”. A estas alturas y a la vista de la presión del nuncio apostólico, así como algunas decisiones del Tribunal de la Rota, Felipe II se aviene y reconoce a Juan de Orea como abad. El embajador español lo trasmite al tiempo que solicita del papa el reconocimiento del patronato. Este hubiese sido el fin del conflicto si Clemente VIII no hubiese condicionado que para reconocimiento del patronato era imprescindible que se incrementase la dotación de la abadía en 200 ducados cada año. Los emisarios españoles clamaron ante el Vaticano sin ningún resultado y acabaron transmitiendo al rey las nuevas condiciones del papa.
Finalmente, con la mediación del obispo de Oviedo que propuso que se anexionaran a la abadía otras rentas de la diócesis, el rey aceptó, y con su permiso, el obispo ovetense manda al Deán y Cabildo que den posesión de la abadía a Juan de Orea.
Por alguna razón desconocida la toma de posesión se realiza mediante un apoderado de Orea el día 13 de agosto de 1597.
Juan de Orea, acabó siendo Abad de Tuñón venciendo la oposición y reticencias de uno de los reyes más poderosos de la historia de España, Felipe II. A partir de aquel momento los reyes de Castilla siempre serian patronos de la Abadía de Tuñón.
“En noviembre del año 1613 se vio en Madrid una consulta proveniente del abad de Santo Adriano de Tuñón, don Juan de Orea, poseedor a la sazón de este abadía”. Por esta época existe algún bautismo celebrado por el abad en su pueblo, Horcajo de Santiago.